Cerámica romana altoimperial V: las paredes finas en Hispania
Las paredes finas aluden a recipientes cerámicos romanos que presentan características similares, pues tienen en común el escaso grosor de sus paredes, que, de un modo aproximado, presenten un máximo de 5 mm, aunque predominan las que tienen entre 2 y 2,5 mm. Por lo que a sus características técnicas se refiere, la cerámica de paredes finas está muy próxima a las producciones engobadas o comunes (Mínguez Morales, 2005: 320). Desempañaban el mismo papel que después tuvo el vidrio, son cerámicas de elevada calidad en la pasta, engobe y elaboración (Luezas Pascual, 1995: 160).
Centros de producción de la cerámica de paredes finas (Beltrán, 1990: 177)
La calidad de esta producción viene a adentrarse en la cerámica de lujo, dedicada al servicio de mesa; por su parte, su función concreta con respecto al instrumentum domesticum sería la de vasa potoria -vasos para beber- (Mínguez Morales, 2005: 320), siendo este el punto común a la hora de definirlas (Mayet, 1975: 3).
Aunque no siempre, se suele observar un cuidadoso tratamiento de las superficies mediante retorneado, produciendo una superficie exterior alisada o, incluso y en ocasiones, un leve pulimento (Mínguez Morales, 2005: 320). La pasta es dura, compacta y homogénea, en algunas ocasiones ligeramente arenosa, con un color rojo anaranjado o castaño oscuro; la fractura es rectilínea, y el desgrasante observado es algún diminuto punto brillante o nada (Luezas Pascual, 1995: 161).
No obstante, lo más característico -sobre todo a partir de Agustto-Tibero y que no se encuentra siempre- es la presencia de un recubrimiento de naturaleza arcillosa -engobe-; la gama de colores es relativamente amplia, con tonos negros, grises, rojizos, anaranjados, castaños, cremas, etc. Asimismo, las formas más frecuentes vienen determinadas por la función que desempeñan -cubiletes, copas, tazas y cuencos-, y algunas formas tienen asociadas decoraciones concretas (Mínguez Morales, 2005: 320).
Cronológicamente, la cerámica de paredes finas nos sitúa entre el siglo III a.C. y el I d.C. como periodo álgido, pero la producción se prolonga hasta el siglo IV. Esta evolución parte desde época republicana, momento en el que se localizan los centros de producción en la Península Itálica; con Augusto las formas se diversifican, fenómeno continuado con Tiberio hasta la época de Claudio, quien verá aumentar notablemente el número de talleres en los centros provinciales. A partir del siglo II los vasos de paredes finas comienzan a desaparecer en el área circunmediterránea, debido a la competencia de otras producciones (Beltrán, 1990: 170).
Cerámica de paredes finas en Hispania (Beltrán, 1990: 178-9)
Cabría destacar las producciones de cerámica de paredes finas que se denominan “cáscara de huevo”, debido a la desgadez de sus paredes; se trata de pequeños vasitos norteitálicos, cuyo espesor es inferior a 0,5 mm (Beltrán, 1990: 170). Inicialmente, se presuponía que su producción se reducía en Hispania exclusivamente a la zona bética entre el primer y el último cuatro del siglo I; sin embargo, ahora se contemplan otros centros de producción en Mérida, Rubielos de Mora o Melgar de Terra. Su pasta es blanquecina y muy depurada, cubierta con engobe grisáceo -muy característico en estas producciones-, y con una difusión que se amplía a toda la Península Ibérica, África e Italia (Melchor Monserrat y Benedito Nuez, 2009: 235).
En Emerita Augusta se localizaron las evidencias de un alfar romano dedicado a la fabricación de paredes finas; tuvo una amplia distribución por toda la Lusitania y en la Baetica, mientras que en el cuadro noroccidental fue ocasional y no debe considerarse como producto de un comercio continuado. Estas producciones emeritenses se situán desde el reinado de Claudio (41-54 d.C.) hasta finales del siglo I (Martín Hernández y Rodríguez Martín, 2008: 386).
En el valle medio y alto del Ebro, así como en el noroeste, Extremadura y Andalucía, las producciones de paredes finas serán destacables a partir de época tiberiana; en lo relativo al principado de Augusto, eran “producciones militares”, estaban destinadas al abastecimiento de las legiones romanas estacionadas en Hispania, por lo que fueron manufacturadas en los propios campamentos de las unidades o en sus proximidades (López Mullor, 2013: 187).
En definitiva, la cerámica de paredes finas es, desde un principio y sin excepción, producciones itálicas que en un primero instante protagonizaron largas singladuras marítimas, y acabaron manufacturándose en los propios lugares de consumo, cuyos alfares abastecieron áreas territoriales no muy extensas y reducidas (López Mullor, 2013: 149).
Formas de paredes finas (Martín Hernández y Rodríguez Martín, 2008: 389)
Bibliografía:
Beltrán, M. (1990): Guía de la cerámica romana. Libros Pórtico, Zaragoza.
López Mullor, A. (2013): “Las cerámicas de Paredes Finas del final de la República Romana y el período Augusteo-Tiberiano”. En Ribera i Lacomba, A. (eds.): Manual de cerámica romana. Museo Arqueológico Regional. Alcalá de Henares.
Luezas Pascual, R. (1995). “Producciones de cerámica de paredes finas y engobadas del alfar romano de "La Maja" (Calahorra, La Rioja): Hornos I y II”. Berceo, pp.159-200.
Martín Hernández, E., y Rodríguez Martín, G. (2008): “Paredes finas de Lusitania y del cuadrante noroccidental”. En Bernal Casasola, D., Ribera y Lacomba, A (eds.): Cerámicas hispanorromanas. Un estado de la cuestión”. Servicio de publicaciones de la Universidad de Cádiz. Cádiz.
Mayet, F. (1975): Les céramiques à parois fines dans la Péninsule Ibérique. París.
Melchor Monserrat, J.M., y Benedito Nuez, J. (2008): “Estudio de las cerámicas romanas de paredes finas de la excavación del solar de la Plaza de la Morería (Sagunto)”. Arse. Nº 43, pp. 231-248.
Mínguez Morales, J.A. (2005): "La cerámica de paredes finas". En Roca Roumens, M., Fernández García, Mª I. (eds.): Introducción al estudio de la cerámica romana: una breve guía de referencia. Servicio de publicaciones de la Universidad de Málaga. Málaga.