Cerámica romana altoimperial VI: las lucernas romanas en Hispania
Las lucernas romanas se han fabricado desde el año 300 a.C, y han perdurado y evolucionado a lo largo de los siglos (Morillo, 2015: 324). Sin embargo, en esta entrada nos centraremos en las producciones que parten desde el Altimperio.
Las lucernas romanas son un instrumento y utensilio de arcilla, metal u otro material, cuya función es la de dar luz mediante la combustión de una o varias mechas, impregnadas en aceite o sebo (Moreno, 1991: 65). Grecia fue -hasta época augustea- el mayor fabricante de productos industriales que se consumían en Roma, por lo que esta relación con Oriente ha contribuido a la presencia de características industriales en los productos italianos (Moreno, 1991: 70).
La aparición de esta producción vino determinada por el aceite; las elevadas necesidades de aceite para la iluminación provocaron -quizás más que las necesidades alimenticias- el cultivo del olivo y el acebuche en la cuenca mediterránea. Existían diferentes calidades de aceite, por lo que el de menor calidad era el que se reservaba para la iluminación, mientras que el de mayor calidad se envasaba en ánforas con un fin alimenticio (Morillo, 2015: 323).
Asimismo, las lucernas no fueron siempre utilizadas únicamente para iluminar las estancias, pues también se pueden encontrar en un ámbito funerario, en los enterramientos y, en algunas ocasiones, no han sido utilizadas. También se encuentran como ofrendas cerca de templos o santuarios, o como depósitos para la fundación de una casa (Celius Betriu, 2005: 409).
En el siglo I a.C. Roma se convierte en la primera productora de lucernas, sus manufacturas invaden los comercios provinciales; las características de dichas lucernas -relativamente, pues más adelante nos adentraremos en la tipología- versan sobre una forma con un perfil más suave, el pico es tanto funcional como decorativo, el disco adquiere -además de ser el receptáculo del orificio de alimentación- un desarrollo iconográfico, mientras que el asa desaparece progresivamente, llegando a convertirse en parte de la propia pieza (Moreno, 1991: 71).
Las lucernas se fabricaban mediante moldes -uno superior y otro inferior-, un modelo de manufactura que implicaba una gran facilidad para obtener copias a través del mismo procedimiento (Beltrán, 1990: 264). Su morfología se basa en un depósito -infundibulum- con una base plana o anular, y que estaba destinado a contener el aceite, y una boquilla o piquera -rostrum-, donde se colocaba la mecha vegetal. Una cubierta superior -discus- plana o cóncava, cubría el depósito, y tenía un orificio central para llenarlo -orificio de alimentación-; se rodea de varias molduras y una banda u orla exterior -margo-. En algunas ocasiones, puede aparecer un pequeño orificio entre el disco y el pico -orificio de aireación- para evitar el efecto de vacío y que el aceite se desborde (Morillo, 2015: 336).
Partes de una lucerna (Beltrán, 1990: 263)
De las piezas matrices macizas se elaboraban juegos de moldes bivalvos en grandes cantidades -en caso de rotura y desgaste, se sustituía-, eran de arcilla o yeso y se empleaba grasa o aceita para facilitar su extracción; los moldes se retocaban posteriormente, y se añadían marcas o decoraciones. A partir del molde se aplica la arcilla en la parte interior de las dos valvas, y cuando se obtengan los dos positivos de la pieza -mitad superior e inferior- se unen, dejando el interior hueco; posteriormente, se incluyen otros detalles -asa, marcas de alfarero, orificios, etc-. Finalmente, se aplica un engobe a la pieza, que aporta impermeabilidad, y se cuece en hornos a una temperatura entre 800 y 1000ºC (Morillo, 2016: 337).
Molde de una lucerna (Rodríguez Martín, 2005: 334).
Por otro lado, no existe ningún corpus que recoja toda esta producción y sirva como guía para su estudio, como en el caso de otras manufacturas, donde sí se encuentra una tipología “universal” a seguir (Morillo, 1990: 143). Existen numerosas clasificaciones, pero el criterio morfológico es el más utilizado, pues la mayoría de las lucernas carecen de indicaciones estratigráficas. Las piezas con líneas elegantes y estilizadas -decoradas con escenas de influencia helenística- y profundo relieve se consideran anteriores a las toscas y gruesas con motivos decorativos concisos (Morillo, 1990: 144).
Quizás son demasiadas las tipologías que recogen las producciones de lucernas para presentarlas en esta entrada, por lo que me limitaré a mostrar una pequeña síntesis de este tema.
La primera clasificación formal de lucernas fue hecha por H. Dressel (1899), abarcando treinta y un tipos; un análisis muy completo, pero con una excesiva diversificación, y no precisa la datación de cada una de las formas (Morillo, 1990: 145). Por otro lado, H. B. Walter (1914) sí presenta cronologías generales a los grandes grupos, pero diversifica demasiado y los dibujos no coinciden fielmente con las fotografías. Será S. Loeschcke (1919) quien elabore la tipología más completa y organizada -hoy en día válida-, su principal aportación se basa en la cronología, pues tiene en cuenta la estratigrafía arqueológica (Morillo, 1990: 146). M. Ricci (1974) -aunque no es una tipología, sino una revisión- precisa la cronología a través de la estratigrafía de la clasificación de Dressel, y elabora un perfecto marco temporal de las piezas republicanas (Morillo, 1990: 150).
Tipología de lucernas (Celis Betriu, 2005: 454-459)
La difusión de las lucernas en la Península Ibérica es evidente, así como su fabricación, pues se han hallado hornos y estructuras industriales de producción, el taller de Los Villares de Andújar constituye un ejemplo de ello. La difusión de las lucernas de volutas en Hispania aumenta exponencialmente a partir de época augustea, concentrándose en las regiones más próximas al Mediterráneo y a los valles de los grandes ríos navegables (Morillo, 2016: 382-3).
El número de talleres aumenta significativamente a mediados del siglo I d.C., mientras que las lucernas de disco se encuentran de forma significativa en el litoral mediterráneo y la región meridional de la península; asimismo, se documentan en menor medida en las áreas interiores y septentrionales. Se conocen manufacturas importadas itálicas y norteafricanas, así como talleres locales de tipo de disco que imitan los modelos foráneos (Morillo, 2015: 384). En algunas ocasiones, no es posible establecer la variante concreta en la que se ha centrado la producción de un taller, en otros sí -las lucernas de canal se han centrado en las regiones septentrionales-, y otros autores plantean la existencia de imitaciones hispanas (Morillo, 2015: 386).
Estas imitaciones de los tipos universales fueron hechas por alfareros foráneos establecidos en Hispania, dadas las nuevas posibilidades comerciales que ofrecían los nuevos mercados; sin embargo, estos alfareros se alejaron de las fuentes originarias de inspiración, y sumado a su propia experiencia personal, se obtienen nuevas formas tipológicas diferentes a las que se encuentran en las áreas nucleares del Imperio (Morillo, 2015: 387).
Lucernas en Hispania (Beltrán, 1990: 274).
Destaco el yacimiento de Herrera de Pisuerga -antigua Pisoraca y asentamiento de la Legio IIII Macedonica-, donde se ha encontrado un conjunto de 23 lucernas que, a pesar de su estado fragmentado, constituyen un elenco bastante completo y representativo de la vida económica de dicho asentamiento romano (Morillo, 1992: 265-6). La demanda militar explica la abundancia de algunos tipos de lucerna en un punto tan alejado de las rutas mediterráneas (Morillo, 1992: 269).
La colección de Herrera de Pisuerga cuenta con 8 ejemplares de lucernas de volutas, una variedad que constituye la primera producción imperial, el empleo del molde permite aprovechar las posibilidades decorativas del disco, por lo que sus dimensiones aumentan para tal fin, alejándose de las producciones tardorrepublicanas (Morillo, 1992: 275).
Por último, voy a destacar una lucerna de factura hispana –“tipo derivado de la Dressel 3” o “tipo Andújar” (Bernal, 1993: 210)- que ha sido encontrada en los fondos del Museo Nazionale Romano; no se conoce su contexto exacto, pero su identificación nos muestra su dispersión más allá de los límites regionales a los que se le asociaba. Posiblemente, esta pieza llegara a las comarcas laciales a través de vías fluviales; sería una mercancía secundaria, rellenaría los huecos dejados por la mercancía principal -ánforas olearias- y se vendería (Bernal, 1993: 207-8).
Es muchísima la información que se puede aportar sobre las lucernas, y aún quedan muchas cuestiones que deben ser definidas, empezando por recoger en un solo trabajo todos estos modelos que surgen desde su misma aparición, combinando la información estratigráfica arqueológica, el análisis iconográfico y morfológico, así como su distribución.
Lucernas (Rodríguez Martín, 2005: 168)
Bibliografía:
Beltrán, M. (1990): Guía de la cerámica romana. Libros Pórtico, Zaragoza.
Bernal Casasola, D. (1993): “Una pieza excepcional del Museo Nazionale de Roma y el problema de las lucernas tipo Andújar”. Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, H. Antigua, 6, pp. 207-220.
Celius Betriu, R. (2005): "Las lucernas". En Roca Roumens, M., Fernández García, Mª I. (eds.): Introducción al estudio de la cerámica romana: una breve guía de referencia. Servicio de publicaciones de la Universidad de Málaga. Málaga.
Moreno Jiménez, F. (1991): Las lucernas romanas de la Bética: tomo I. Universidad Complutense de Madrid. Madrid.
Morillo Cerdán, Á. (1990): “En torno a la tipología de lucernas romanas: problemas de nomenclatura”. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología, 17, pp. 143-167.
- (2015): "Lucernas romanas en Hispania: entre lo utilitario y lo simbólico". En Fernández Ochoa, C., Morillo, A., Zarzalejos, M. (eds.): Manual de cerámica romana II: Cerámicas romanas de época altoimperial en Hispania. Importación y producción. Museo Arqueológico Regional, Alcalá de Henares.
- (1992): “Una colección de lucernas procedentes de Herrera de Pisuerga (Palencia). Cuadernos de Prehistoria y Arqueología, 19, pp. 265-288.
Rodríguez Martín, F. G. (2005): Lucernas: Antigüedades romanas 2. Real Academia de la Historia. Madrid.
-(2002): Lucernas romanas del museo nacional de arte romano (Mérida). Monografías emeritenses, 7. Secretaría general técnica, subdirección general de información y publicaciones. Madrid.