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El vidrio romano altoimperial en Hispania I

El vidrio romano fue una producción de lujo, un indicador de las relaciones comerciales que se establecían (Sánchez de Prado, 1984: 79); era un material corriente en la cotidianidad romana, recurriéndose a él por el brillo, transparencia, o fragilidad que aportaba (Alonso Cereza, 2005: 176).


El vidrio se obtenía a través de la fusión de la sílice -arena con impurezas naturales-, los álcalis -mineral o vegetal-, la cal -aumenta la estabilidad química y mecánica del vidrio-, calcín -vidrio reutilizado en la fusión-, agentes oxidantes -amortiguan el color producido por las impurezas-, colorantes -a través de diferentes óxidos metálicos obtienes el color deseado-, y agua -acelera las reacciones y disuelve los componentes más solubles- (Alonso Cereza, 2005: 176-7).


Botella de vidrio marrón melado transparente (Alonso Cereza, 2005: 275)

Botella de vidrio marrón melado transparente (Alonso Cereza, 2005: 275)


Dichas materias se fundían en un crisol de arcilla -con forma de olla o mortero-, y se empleaban herramientas como una pipa y tubo de soplar o caña -elaborada en terracota y luego en metal-. Los hornos, con forma de colmena, tenían diferentes compartimentos donde colocar el crisol y los objetos ya moldeados; en la Península Ibérica -gracias a las excavaciones en Torre Llauder- se han descubierto hornos cuadrangulares con tres niveles superpuestos -uno subterráneo, destinado al fuego, otro para concentrar el fuego, y el superior destinado a las piezas-, y ventanas desde las que dirigir el fuego, acomodar los crisoles y actuar con las piezas (Bugella Altamirano, 2013: 131).


La técnica que difundió su empleo en época altoimperial fue la del vidrio soplado -se insufla aire a una masa de vidrio en un molde reutilizable de bisagras- a través de la cuenca mediterránea y el norte de Europa; mientras que el vidrio mosaico y la fundición en molde se utilizaban para elaborar materiales de lujo, la técnica del soplado servía para obtener un vidrio más corriente. Sin embargo, a partir del siglo I d.C. la técnica del molde pasa a un segundo plano (Alonso Cerezo, 2005: 177-8).


Destaco el vidrio mosaico, una técnica formativa y decorativa, pues consistía en colocar barritas de vidrio de distintos colores y unirlas por la parte interior del molde para cerrarlas después con un segundo molde; el conjunto se calentaba hasta su fundición y el resultado era pulido con el objetivo de eliminar las irregularidades superficiales (Sánchez de Prado, 1984: 80).

















Cuenco de vidrio incoloro transparente (Alonso Cereza, 2005: 272)

Fragmento de boca de vidrio verde azulado translúcido

(Alonso Cereza, 2005: 274)


Los talleres de producción de vidrio más destacados en diferentes zonas de la costa de Siria y en Egipto, distribuyendo sus productos a través del oeste del Mediterráneo. Dichos talleres comenzaron su establecimiento en el norte de Italia a finales del siglo I a.C. y comienzos del I d.C., extendiéndose por todo el territorio. Posteriormente, durante el primer siglo de nuestra Era, los objetos de vidrio se importan a la Galia y a Hispania, y, tras la fundación de talleres locales en la Galia, comienzan a producirse imitaciones orientales. En Hispania se comienza a producir el vidrio soplado a finales de la primera mitad del siglo I d.C. en la Tarraconense (Alonso Cerezo, 2005: 178).


Los hornos de vidrio hispanorromanos se encuentran tanto en el interior de la Península, como en la costa mediterránea -valles de la costa catalana hasta los Pirineos, desembocadura del río Ebro, y el interior de los reinos de Valencia y Murica- (Alonso Cerezo, 2005: 178-9). En época augustea se tiende a conservar en los campamentos militares -Herrera de Pisuerga- la vajilla de lujo, que sustituía a la de plata (Marcos Herrán, 2010: 148); el estudio de los materiales vítreos de noroeste peninsular da a conocer que se trataban de manufacturas de talleres italianos, mayoritariamente de la Campania, o aquellas áreas que tuvieran un mayor contacto con Hispania, donde se evidencia una preferencia por la imitación de productos metálicos y marmóreos -asemejando la vajilla de lujo- por parte de los mandos militares (Marcos Herrán, 2010: 156).


Así mismo, se dan a conocer las producciones foráneas, destacando los focos posibles de Augusta Emerita, Celsa, Tarraco y Augustóbriga. Las producciones de vidrio se encontraban tanto en asentamientos militares como civiles (Marcos Herrán, 2010: 156). El centro productor de la Bética abasteció la demanda de los núcleos de población del valle del Guadalquivir; elaboró una amplia gama de recipientes con formas sencillas, escasa decoración y coloración azul-verdosa en su mayoría, pues eran piezas con una calidad corriente con defectos de fabricación -burbujas o estrías-, pues se respondía a la demanda de un mercado poco exigente (Bugella Altamirano, 2019: 133).


La vajilla vítrea estaba compuesta principalmente por vasos, cuencos y escudillas, y en menor medida por platos y fuentes; se inspiraban en las formas y diseños elaboradas por los orfebres. Además, era un material muy apreciado para contener vino, aceite, alimentos, medicinas, perfumes y ungüentarios por su transparencia, facilidad de limpieza y por no dejar huella de sabores; así mismo, el vidrio también fue empleado para imitar o falsificar piedras preciosas o para la musivaria, mientras que en el ámbito funerario lo encontramos formando parte del ajuar de las tumbas o como piezas durante los banquetes funerarios (Bugella Altamirano, 2019: 132).


Cuenco de vidrio verde pardo transparente(Alonso Cereza, 2005: 271)

En lo referente al ajuar vítreo, se pueden encontrar vasos que estaban destinados a contener el alimento, ungüentarios de vidrio para perfumes -muy utilizados durante los funerales-, y artículos de tocados como peines, espejos, alfileres y joyas (Bugella Altamirano, 2019: 135). Mientras que durante la época Tiberio-Claudia el vidrio se encuentra presente en la mayoría de los ajuares, a partir de la época Flavia y durante el siglo II se produce una reducción del mismo, encontrándose únicamente -en lo que se refiere al vidrio- un ungüentario (Bugella Altamirano, 2019: 136).


En la próxima entrada se continúa con el vidrio y su papel en Hispania, esta vez conociendo sus formas y cronología.


Bibliografía:

Alonso Cereza, E. (2005): Vidrios. Antigüedades romanas 3. Real Academia de la Historia.

Bugella Altamirano, M. (2013): “Montilla. Museo Histórico Local. La fragilidad del pasado: el ajuar romano en vidrio”. Boletín de la Asociación Provincial de Museos Locales de Córdoba, pp. 129-143.

Marcos Herrán, F. J. (2010): “El vidrio romano y su registro estratigráfico en Herrera de Pisuerga (Palencia): contextualización en el ámbito militar del noroeste en el s. I d.C.”. BSAA arqueología, LXXVI, pp. 145-159.

Sánchez de Prado, Mª D. (1984): “El vidrio romano en la provincia de Alicante”. Lucentum, Nº 3, pp. 79-100.

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